El día mundial del arte se estableció el 15 de abril, dado que en este día es el natalicio de una de las figuras de artistas más emblemáticos de la humanidad: Leonardo Da Vinci, quien fue pintor, arquitecto, escultor, poeta, entre tantas otras; dado esto que se le considera el hombre del renacimiento.
A través del arte y todas sus derivaciones, pequeños y grandes artistas han expresado a través de éstas las emociones sobre aquello que les ha interesado, les ha aquejado o aquello que simplemente les ha parecido interesante y de este modo, lo plasman en una pintura, en una escultura o en cualquier otra derivación.
Para que un espacio pueda verse e interpretarse de la manera que se desea, la iluminación juega un papel fundamental; pues a través de ésta transmitimos emociones.
Hay varios aspectos derivados de la luz muy importantes a considerar para iluminar ciertos objetos como la pintura y la escultura.
Uno de ellos es la temperatura de color, pues ésta va a depender del área a iluminar. Podemos usar luz cálida (3000K) para los espacios más íntimos. Una luz neutra (4000K) si se trata de un espacio más neutral en las actividades, o bien un espacio más destinado al trabajo. Y, por otro lado, la luz fría (6500K) es en aquellos espacios donde lo que queremos transmitir es limpieza, seguridad, entre varias más.
¿Te ha pasado que vas caminando y se desvía tu mirada hacia un punto en específico? La iluminación es responsable de que tenga ese protagonismo.
Adicional, a través de la luz se pueden dar efectos de profundidad a los elementos y esto depende también del ángulo de apertura.
Podemos encontrar sinfín de luminarios, pero hay que saber elegir el ideal para lo que sea que vayamos a iluminar.
Desde un ángulo de apertura muy pequeño para puntualizar, un ángulo de apertura medio ideal para cuadros o esculturas de mayor dimensión o bien, un ángulo de apertura mayor para generar iluminación de ambiente, hasta llegar a una luz general.
Richard Kelly, pionero en la iluminación arquitectónica desarrolló una teoría de percepción que a la fecha se utiliza para describir los fondos conceptuales en diferentes soluciones de iluminación: “Luz para ver”, “Luz para mirar” y “Luz para contemplar”.
Luz para ver: es aquella luz de acento que permite destacar el elemento que consideramos importante.
Luz para mirar: es la luz que se convierte en información y puede ser dinámica y de colores.
Luz para contemplar: la luz de fondo que permite percibir el espacio y el ambiente general.
Uno de los conceptos de la luz más interesantes es el Índice de Reproducción Cromática, mejor conocido como IRC o CRI (por sus siglas en inglés). Es un sistema internacional que mide la capacidad de una fuente de luz para reproducir los colores fielmente. Esta medición se realiza con la luz del sol como referencia. Es decir, el IRC de dicha luz es de 100. Lo que significa que toda la gama de colores se reproduce perfectamente.
Para dejarlo más claro, dentro de las especificaciones de una fuente luminosa viene especificado el IRC, el cual mientras más cerca esté del 100 es una mejor reproducción cromática, es decir, los colores se ven de manera “más intensa”. Si el valor está en 80, tiene una reproducción cromática intermedia, ni mala ni buena. Lo cual es ideal para una luz general.
Si la idea es iluminar esculturas, pinturas o espacios donde se requiera que los colores se vean tan cual como si fueran iluminados por la luz del sol, lo ideal es considerar un IRC de 90 o mayor.
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